La 4ª sesión (26 de febrero de 2015) del curso Propuestas para combatir el despilfarro urbanístico tratará el tema de las “viviendas desocupadas”. Con esta nota iniciamos el aporte de información y opinión sobre el contenido de la sesión. Estáis todos invitados a participar.
En agosto de 2008 publiqué en Scripta Nova un artículo titulado "La vivienda vacía en España: un despilfarro social y territorial insostenible”; en él denunciaba que las viviendas desocupadas, si son necesarias para satisfacer el derecho a disponer de un alojamiento digno y adecuado, son una flagrante vulneración del principio de la función social de la propiedad.
En el libro “El fenómeno de las viviendas desocupadas” (2008) reclamábamos más información y mejor conocimiento sobre la utilización de los parques de vivienda en cada municipio y defendíamos que las altas proporciones de viviendas desocupadas y la persistencia del “problema de la vivienda” son consecuencia de un modelo urbanizador desarrollista, centrado en el negocio inmobiliario, y de unas políticas de vivienda tan volcadas en fomentar la actividad constructora como ineficaces para garantizar el derecho a un alojamiento digno y adecuado para todos los hogares.


Para combatir el problema debe ser previamente definido con precisión y estudiado con el suficiente detalle en cada ámbito, confrontando las viviendas que, siendo habitables, están vacías y los hogares que, necesitando un alojamiento, podrían habitarlas en condiciones dignas y adecuadas. Como consecuencia del último boom inmobiliario, entre 1996 y 2007 se construyeron muchas más viviendas de las necesarias para alojamiento de nuevos hogares. Muchas de ellas, por su localización, no llegarán nunca a ser un alojamiento adecuado.
La ausencia de políticas de rehabilitación ha llevado a que haya un importante número de viviendas en condiciones de inhabitabilidad en las zonas céntricas antiguas de las ciudades.
El afán expansivo del planeamiento urbanístico y las políticas de vivienda han propiciado la preferencia por la vivienda de nueva construcción y una fuerte aversión al alquiler, tanto por parte de la demanda, que ve en la compra seguridad y una buena inversión, como por parte de muchos potenciales arrendadores, que ven un excesivo riesgo para su propiedad al desconfiar del funcionamiento de la Justicia.
Apostamos por un cambio de modelo: hay que abandonar los planteamientos desarrollistas a ultranza de las políticas urbanísticas y apostar decididamente por el alquiler social en las políticas de vivienda. La sociedad tiene que asumir la idea de que las viviendas son parte del espacio residencial, del espacio urbano común, y que sólo se justifica su existencia si sirven para dar respuesta a las necesidad de alojamiento de los hogares. Hay que evitar que se planifiquen y se construyan más viviendas de las necesarias y hay que implementar todos los cambios legislativos necesarios para desactivar los intereses o los temores que pueden llevar a un propietario a mantener su vivienda desocupada, con los perjuicios económicos y sociales que ello comporta. Julio Vinuesa Angulo.
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