Las migraciones se han convertido en un factor clave en la evolución de la población española y los nacidos en otros países ganan presencia en la sociedad y en las agendas políticas. No se ha prestado suficiente atención a la dinámica demográfica y ahora se convierte a los inmigrantes en protagonistas de estériles disputas partidistas. Es un escenario plagado de tópicos, poco propicio para afrontar un ineludible proceso global, incierto y complejo, difícil y necesario.
Las personas que llegan a España emigran ante la necesidad de mejorar sus condiciones de vida y la intensidad de los flujos recibidos dependerá del grado de satisfacción que esperan alcanzar y de las dificultades propias del traslado. En el mundo actual la difusión de información hace más visibles las desigualdades entre países y alimentan los deseos de prosperar entre los más audaces de las regiones menos favorecidas. A la vez, las facilidades para la movilidad aminoran las distancias y hacen mas permeables las fronteras. Se dan las condiciones suficientes para que se intensifiquen las tensiones migratorias a nivel global. Es razonable aceptar que va a mejorar la movilidad y que el poder de atracción de España se mantendrá en el futuro, aunque la incertidumbre sobre las motivaciones en los países de origen no permita hacer proyecciones fiables.
España se ha incorporado recientemente al grupo de los destinos deseados globalmente. Los que llegan vienen de orígenes y por motivos diversos: los mas tratan de escapar de la pobreza, buscando una forma de ganarse la vida y prosperar; algunos huyen de la inestabilidad política y de las situaciones de inseguridad, que incluso amenazan la propia vida; otros simplemente buscan acceder a un sistema educativo y de salud de mayor calidad; en muchos casos el motivo es el reagrupamiento familiar. Para algunos España es el destino final mientras que para otros simplemente es un lugar de paso. Los más llegan en avión, un viaje fácil y seguro. A otros la necesidad de huir los lleva a arriesgar sus vidas para llegar a las costas españolas camino de Europa.
También son muy diversos los orígenes de quienes han elegido España para encontrar mejores oportunidades: hay flujos importantes desde Sudamérica, África, Europa del Este y Asia. La variedad de procedencias aporta enriquecimiento pero añade dificultades en los procesos de integración, no tanto en el caso de los naturales de países hispanoamericanos, que comparten la lengua y ciertos rasgos culturales, como cuando se trata de los originarios de países africanos y asiáticos.
Para la integración de los inmigrantes son necesarias medidas eficaces para su adecuada incorporación al sistema productivo. Su aportación es imprescindible para compensar la progresiva pérdida de capacidad de reemplazo generacional y el crecimiento de la población mayor. La integración bien gestionada sería beneficiosa para los derechos de los migrantes, pero también para la economía y para el conjunto de la sociedad.
La inmigración irregular y descontrolada, si se mantiene en el tiempo, se hace inasumible para cualquier sociedad receptora pues lleva inevitablemente a sobrepasar sus capacidades de acogida. La proliferación de las situaciones de ilegalidad deriva en mas barreras para el acceso de los inmigrantes a los servicios básicos y deteriora sus oportunidades laborales. La no integración y la exclusión social alienta las actitudes xenófobas, con el consiguiente deterioro de la cohesión social y la conflictividad, con el riesgo evidente de que los problemas se agraven y se cronifiquen.
Tenemos normativas y competencias a distintos niveles: Dentro del marco establecido por el Pacto de la UE sobre Migración y Asilo, son competencia estatal la regulación de los flujos de entrada y la normativa para establecerse en España. A las administraciones autonómicas y municipales les compete garantizar a todos los residentes, al margen de su procedencia o nacionalidad, la satisfacción de los derechos humanos. A la vista de la situación, parece obvio que las administraciones no están actuando con eficacia en el control de la inmigración ni en la integración de los inmigrantes.
Como país receptor tenemos que hacer frente a los muchos retos que plantea un proceso migratorio global, del que depende nuestro futuro y, sin embargo, parece que no vamos mas allá de confrontar interpretaciones sesgadas de algunas obviedades: necesitamos migrantes para solventar las debilidades de una sociedad envejecida, pero no podemos controlar las llegadas, se descuida la integración y se fomenta el rechazo social a la presencia de extranjeros. Se ha creado un laberinto de mitos y obviedades del que de momento no sabemos cómo salir. El problema con las obviedades es que no motivan a la acción, sólo se están utilizando como instrumentos para la confrontación, inútil y perniciosa, entre partidos y administraciones.
JULIO VINUESA
PUBLICADO en Newsletter España Mejor (Boletín informativo España Mejor)