En la primavera de 2010 el
grupo Territorio Racional y Sostenible y La Casa Encendida iniciamos una serie de ciclos de mesas redondas para reflexionar y debatir a
cerca de la necesidad de una utilización más
racional y sostenible del territorio. Hasta el momento se han celebrado 60
sesiones en las que han participado cerca de 200 expertos. Nuestro propósito ha
sido analizar conflictos y difundir ideas a favor de una utilización más racional del territorio, porque
creemos que los usos que se le están dando no responden a criterios de equidad,
de cohesión social, de eficiencia económica y son contrarios a la
sostenibilidad.
Es necesario cambiar el modelo de desarrollo urbano
En 2010 teníamos ante
nosotros una larguísima muestra de los muchos despropósitos territoriales y
urbanísticos cometidos especialmente durante los años de la burbuja. Eran y son
la irrefutable constatación de un modelo de desarrollo urbano que entiende el
urbanismo sólo como negocio, como oportunidad de obtener grandes plusvalías, como
dinamizador de la economía y no como la forma de hacer política para mejorar la
vida de los ciudadanos, preservar el medio ambiente y proteger el territorio
como recurso necesario y limitado. Escandaliza, con razón, la “corrupción
urbanística” pero es necesario subrayar que es más grave la “corrupción del
urbanismo”.
Estamos ante un modelo de
desarrollo urbano en el que las estrategias empresariales, solo guiadas por la
rentabilidad económica, están normalmente respaldados por unos poderes
políticos y una sociedad que en su conjunto son, cuando menos, complacientes. En la primera sesión de estos ciclos, que titulamos “Educar en defensa del territorio”, Fernando de Terán nos recordaba que la gravedad del
tema radica en que se hace “…una planificación que conduce a un desastre
urbanístico y ello se está haciendo dentro de la legalidad”. En una de sus
intervenciones en otro de nuestros ciclos,
Eduardo Mangada señalaba que “…estamos
en un momento de degradación de la cultura urbanística, en un momento de
mercantilización de la ciudad, la ciudad transformada en mercancía en lugar de
la ciudad como espacio de convivencia…”.En otra de las sesiones José Antonio Corraliza nos reconocía que proponer la racionalidad en el
uso del territorio es “atrevido” pero imprescindible porque, como demuestra la Historia,
la libertad incondicional en la utilización de “… los recursos comunes resulta
ser la ruina para todos”.
En repetidas ocasiones
se ha puesto el dedo en la yaga de los “nuevos desarrollos” de la ciudad de
Madrid. Se han cuestionado desde diversas perspectivas, por su afán de agotar
la capacidad del municipio, pero también por su forma de concebir la ciudad. Carlos Lasheras explicó muy claramente diversos aspectos técnicos sobre
su insostenibilidad y lo difícil que le resulta, cuando va a estos barrios,
sentirse “…en una ciudad y … reconocer la ciudad de Madrid”. Sobre la necesidad del cambio de modelo de
desarrollo urbano, Verónica Sánchez (n’UNDO) advirtió que “… no se trata de construir las
ciudades del futuro, creemos que el problema que tenemos ahora mismo es
construir futuro para nuestras ciudades”.
Es necesaria otra política de vivienda
Buena parte de ese
futuro dependerá de cómo se afronte el sempiterno problema de la vivienda, al
que hemos dedicado varios ciclos. En un sistema residencial como el que
tenemos, con un predominio abrumador de la vivienda en propiedad, se produce
una muy fuerte supeditación a las reglas del mercado que, entre otros, deja postergados
principios tan importantes como la función social de la propiedad. La debilidad
del mercado de alquiler y su encarecimiento son algunos de los rasgos más
negativos. Fernando
Encinar, cofundador de idealistas.com defendió que “…un mercado
fuerte de alquiler, que haya millones de personas que viven de alquiler, que
haya un mercado muy dinámico y saneado…” cambiaría la sociedad.
En el ciclo de 2019, Elena Beunza, como responsable estatal de vivienda, dialogando sobre la necesidad de una nueva política, subrayó que lo
“realmente importante es establecer un nuevo régimen jurídico en materia de
vivienda en España”. Unos años antes, desde la perspectiva de las asociaciones
de vecinos, María
Roces defendió su opinión
sobre la falta de una auténtica política de vivienda “lo que ha habido es política
ligada al negocio inmobiliario”. El problema de vivienda se manifiesta en el
ámbito local pero tal como advirtió Javier Burón “ni siquiera las ciudades más ricas y con gobiernos más o menos
progresistas, pueden ganar la batalla de la vivienda solas”. Aunque la causa mas evidente del problema es la elevación
de los precios, especialmente de los alquileres, hemos ampliado el debate a
otros elementos del sistema residencial, tales como la
dinámica sociodemográfica, la situación económica, la normativa urbanística y
sobre vivienda, o la estructura del parque residencial y su utilización. El
problema no es tanto la escasez como la inadecuación.
Más
accesibilidad con menos coches
Tenemos también que cambiar la forma de movernos
por las ciudades y como señaló Alfonso
Sanz (Gea21) hay
que partir de la transformación de “un urbanismo pensado desde el parabrisas,
desde las necesidades del automóvil”. En algunos de los últimos
ciclos hemos buscado propuestas para otro modelo que, garantizando la
accesibilidad, sea respetuoso con la salud de las personas y con el medio
ambiente. En ese sentido, Felipe Fernández (UAM) recordó que “la contaminación atmosférica afecta de forma directa a la
salud de los habitantes de las ciudades y, básicamente, depende de las
emisiones procedentes del tráfico”. Sobre la necesidad de un modelo más
equitativo en el uso del espacio público, Alejandro del Castillo (n’UNDO) insiste en que “las ciudades están hechas sobre la prevalencia del
automóvil privado” y propone que “la solución está en recuperar la ciudad que
el coche ha roto y ha fragmentado”. Dialogando sobre cómo recuperar el espacio
ocupado por el coche, Carlos
Verdaguer (Gea21) recuerda que, tras el automóvil, la nueva redistribución de usos del espacio urbano habrá de
hacerse mediante “un modelo en el que deseos y necesidades se consensuen
colectivamente”.
Una
sociedad más implicada en los cambios
La preocupación por la implicación de la
ciudadanía en los cambios de modelo ha sido una constante en todos nuestros
ciclos de Diálogos en La Casa Encendida. Pensamos que los cambios no se producirán sin movimientos ciudadanos fuertes y
decididos y para ello es muy necesario difundir el conocimiento de los valores
culturales y ambientales del territorio. En el ciclo que dedicamos a la
revisión del Plan General de Madrid, José Luis Infanzón, director del Plan, defendió que en la planificación “no hay nada
exclusivamente técnico, si hablamos de Madrid, hablamos de la ciudad, hablamos
de la “polis” y todo lo que se refiere a la "polis" es política, es un tema de los ciudadanos”.
Ya en algunas de las primeras sesiones José María Ezquiaga (UPM) reclamó la “necesaria reconstrucción del vínculo entre el urbanismo y
la sociedad”. Por otra parte, el filósofo José
Segovia, presente en casi todos nuestros ciclos,
insistía rotundamente en la necesidad de la implicación de la sociedad: “No hay
nada que tranquilice más a los gobiernos que una sociedad descerebrada,
descabezada, sin leguaje, el que no tiene lenguaje no piensa y el que no piensa
no critica, se somete”. Desde la perspectiva del Derecho, Jorge Agudo(UAM) reclamaba la necesidad de “…tomarnos
en serio la información pública. El ciudadano tiene que ir a decir lo que
piensa y tiene que ser considerado”.
Los
diez ciclos ya realizados, como los que se puedan desarrollar en el futuro, se
inscriben dentro de una decidida acción de difusión ante la necesidad de la
implicación social. En enero de 2020 comenzará
en La Casa Encendida el ciclo XI de Diálogos
sobre conflictos urbanos con “25
preguntas sobre el futuro de Madrid” y,
como en ediciones anteriores, expertos profesionales,
académicos, responsables políticos… debatirán sobre la necesidad de consensuar
los cambios en los modelos de desarrollo urbano, las políticas de vivienda y la
movilidad en nuestras ciudades.
JULIO VINUESA