lunes, 19 de diciembre de 2022

¿SE PUEDE SER MALTUSIANO Y POBLACIONISTA A LA VEZ?

 

¿Cómo se puede estar en contra del crecimiento de la población mundial y propugnar que crezcan nuestras ciudades?

 

Hace unas semanas el Fondo de Naciones Unidas para la Población (UNFPA) “publicitaba” que ya se habían alcanzado los 8.000 millones de habitantes en el planeta. La noticia fue trasladada por todos los medios a la opinión pública como el anuncio de una amenaza. El UNFPA aprovecha la impresión que produce la cifra para advertir que “la enorme brecha” existente entre las personas con y sin recursos nos conduce a un mundo lleno de tensiones y conflictos. 

 

Desde que a finales del siglo XVIII Thomas Malthus “profetizase” que si no se controlaba el crecimiento de la población no habría comida para todos.  Su “amenaza” se ha ido adaptando a los tiempos y desde hace unos cincuenta años, alegatos como el libro “La bomba demográfica” de Paul Ehrlich, ponen el foco en el freno al crecimiento de población como premisa necesaria para abogar por la sostenibilidad, actuar en favor de la conservación de la naturaleza o, mas recientemente, promover actuaciones contra el cambio climático 

 

El presente siglo ya comenzó con el retroceso de la fecundidad en todos los países del mundo por lo que el crecimiento del número de habitantes del planeta se va frenando, lentamente porque también aumenta la esperanza de vida; por tanto, tal como parece advertir el UNFPA, lo que nos amenaza no es tanto el aumento de la población si no la desigualdad del nivel de renta entre países.

 

La utilización de alarmas demográficas mediante simplificaciones acientíficas y con fines políticos ha sido una práctica común. A nivel global se culpa de los riesgos de la sobrepoblación a los países en desarrollo, pero los efectos sobre el planeta no dependen sólo del número de habitantes, hay que tener también en cuenta la huella ecológica por persona, ya que, a título de ejemplo, el impacto del consumo y de las emisiones de un estadounidense duplica al de un europeo y multiplica por nueve al de un angoleño. ¿Hasta cuándo se seguirá prestando más atención a cuántos somos que a cuánto impacta cada uno sobre el planeta? 

 

Unos días después del anuncio del UNFPA, los medios volvieron a hacerse eco de una noticia demográfica “preocupante”: una nota de prensa del INE daba a conocer los primeros resultados del Censo de Población de 2021, pero, en este caso, los datos se valoran con criterios poblacionistas: se lamentan las pérdidas o, simplemente, el estancamiento de la población. 



Los poderes públicos regionales y locales, especialmente los ayuntamientos, sin abandonar su posicionamiento teórico en favor de la sostenibilidad en lo global, consideran que el crecimiento de “su población” es un objetivo irrenunciable, y se exacerban las actitudes poblacionistas si se registran pérdidas de población o, simplemente, si se crece menos que los municipios vecinos. No es fácil explicar por qué, en una sociedad desarrollada y más dependiente que nunca del poder de la inteligencia, se mantiene el atavismo de que el crecimiento de la población -el aumento del número de manos y de bocas- es señal de prosperidad y viceversa.

 

La mentalidad poblacionista a nivel local está alimentada por estrategias de competitividad interterritorial y por el “desarrollismo urbanístico”, que se presenta como “motor” de la economía, genera grandes plusvalías y es la principal vía de financiación de los ayuntamientos. Es un modelo claramente insostenible, que pretenden dar respuesta a unas necesidades de crecimientos ilimitados. ¿Por qué se siguen utilizando perspectivas de crecimiento de población, irreales por exageradas, como justificación para promover nuevos desarrollos residenciales innecesarios?

 

Pueden considerarse también poblacionistas las reivindicaciones victimistas en algunos territorios cuando disminuye su población, porque se ha hecho negativo el saldo vegetativo o porque sus habitantes deciden marcharse en busca de oportunidades o mejores condiciones de vida. 


¿Por qué se quiere ignorar que la redistribución territorial de la población es la respuesta lógica a las diferentes capacidades de acogida de los territorios en cada momento histórico? 


¿Por qué en contextos culturales conservacionistas, al plantear medidas para los territorios que se “vacían”, sólo se piensa en la “recuperación demográfica?  ¿Por qué no se tiene en cuenta que esos territorios tienen valor por sí mismos independientemente de su densidad de población?  ¿No se está despreciando con ello el valor de sus recursos naturales, que si permanecen es, en buena medida, porque no han sido transformados por una mayor presencia humana?


Tanto las propuestas maltusianas como las que persiguen el crecimiento de la población suelen adolecer de un mismo error de planteamiento: en ambas se simplifica el complejo proceso causal que gobierna la lógica de la redistribución territorial de la población. A nivel global y en los ámbitos regionales se precisan cambios en favor de la cooperación interterritorial frente al actual predominio de desequilibrantes estrategias de competitividad. 

Julio Vinuesa. Entrada publicada en Elfestíndelavivienda

miércoles, 3 de agosto de 2022

¿PARA QUÉ UN (¿NUEVO?) SISTEMA INTEGRADO DE DATOS MUNICIPALES?

 



El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ha creado una plataforma para la consulta on line de variables sobre distintos “bloques temáticos”: “demográfico, económico, geográfico, de servicios, de vivienda y hogar y medioambiental.” Los datos están organizados por municipios, provincias y comunidades autónomas. En la presentación de la “herramienta”, se indica que con ella “se pone a disposición de investigadores, responsables políticos y del público en general una colección de indicadores y datos de diferentes temáticas con el objetivo de facilitar el acceso a la información lo más detallada posible sobre el estado de situación del territorio “.


A través de la plataforma “tableau public” se ofrecen también algunas posibilidades de análisis a partir de la comparación y el cruce de los distintos indicadores y ámbitos. Pero por su contenido podría decirse que simplemente se trata de una “versión digital” de los antiguos “anuarios estadísticos”. No incorpora información que no pueda encontrarse fácilmente en la página del INE y, si bien aporta la posibilidad de elaborar fácilmente un gran número de cálculos estadísticos, no siempre está claro el significado de los resultados que puedan obtenerse ni su utilidad para conocer lo que se enuncia como “el estado de situación del territorio” (sic).


Ya hemos explicado en alguna ocasión nuestras críticas a las ideas que sustentan la expresión “reto demográfico”, que parecen estar detrás de la iniciativa de crear esta plataforma: Consideramos necesarios los enfoques holísticos para el análisis territorial y que hay que reclamar mayor información sociodemográfica georreferenciada, así como la utilización a ultranza de las nuevas tecnologías para su tratamiento y análisis. Por eso creemos que una herramienta creada por la Administración del Estado tendría que ofrecer información más adecuada y actualizada y tener mayor capacidad de análisis, especialmente por lo que se refiere a la expresión cartográfica.


Cabe preguntarse, sólo a título de ejemplo y en relación con la información contenida en el “bloque de vivienda y hogares”: ¿Qué aportan datos tan desactualizados como los de viviendas del Censo de 2011? ¿Qué utilidad tienen los datos de hogares si no incluyen flujos de aparición y desaparición de los diferentes tipos? ¿Por qué no se ha incorporado información desde el Índice de alquiler de vivienda del MITMA?

En puertas de la publicación por el INE de los datos del Censo de 2021, que proporcionará muchas nuevas posibilidades de disponer de una información muy valiosa para el análisis territorial, no alcanzamos a ver la utilidad del esfuerzo que supone crear y mantener una herramienta con las limitaciones de este Sistema Integrado de Datos Municipales.

Ante la necesidad de realizar análisis territoriales para diagnosticar correctamente las causas de lo que se ha tipificado como “reto demográfico, ¿por qué en vez de en “amasar” datos no se pone el objetivo en mejorar y ampliar la información existente? ¿Alguien cree que puede ser eficaz utilizar herramientas más o menos efectistas para construir indicadores estadísticos sin haber definido previamente su idoneidad?

No parece que para montar el Sistema Integrado de Datos se haya comenzado por sentar los criterios de actuación a partir de unas buenas bases teóricas. ¿No sería mejor haber comenzado por el estudio profundo de las aportaciones realizadas durante decenios desde la academia y a través de las experiencias regionales de actividad planificadora del territorio?
(Julio Vinuesa)
















jueves, 17 de marzo de 2022

La incorporación de la naturaleza en la planificación y gestión de la ciudad

Como parte de la quinta sesión del XIII Curso “Diálogos sobre Conflictos Urbanos”, se continuó reflexionando sobre las transformaciones estructurales que requieren las ciudades, en este caso desde la vinculación con la naturaleza.

Este ha sido el eje central del Grupo TRyS desde su fundación, buscando elevar el conocimiento y el respeto por el territorio con la idea de difundir y promover principios de cohesión social, sostenibilidad ambiental, equidad y eficiencia económica, concebidos desde una visión integradora para evidenciar en todas sus dimensiones los efectos de las transformaciones a las que se ven sometidos el territorio, el paisaje y por ende las personas, especialmente como consecuencia de su uso desmedido.

Se considera un momento propicio para reflexionar y en el cual los graves efectos sociales y económicos generados por la pandemia, puedan abrir espacio para encontrar oportunidades de mejora y cambio, en contraposición a la alarmante pasividad y desinterés por los temas urbanos. En ese sentido, la participación ciudadana es fundamental para avanzar en la planificación y diseño de ciudades donde la naturaleza tenga un mayor protagonismo.

Las ciudades, en las que reside cerca del 60% de la población, se han visto sometidas a fuertes procesos de urbanización alejadas de una estabilidad y equilibrio ambiental, pero también social y económico. Lo cierto es que también son estos espacios donde es posible desarrollar y formular acciones en busca de soluciones a los problemas ambientales existentes.

Primeramente, apostando por un cambio de modelo en el que se razone sobre el crecimiento urbano sin límites. Pero también, en el que las medidas de creación de nuevos espacios, y la renovación y rehabilitación de lo ya construido, impliquen una visión desde los servicios ecosistémicos y la infraestructura verde y azul, en procura de salvaguardar el entorno, sus valores patrimoniales y ambientales y mejorar la salud de las personas.

Con base en la pregunta, ¿cómo podemos crear una ciudad que incorpore la naturaleza de modo que deje de verse como algo antagónico? Se busca una ciudad que sea sostenible, resiliente, con equidad, salud y bienestar, en la que la biodiversidad sea abundante y los niveles de contaminación sean bajos y al mismo tiempo se promueva la descarbonización y la movilidad responsable. Con acciones de pequeña y gran escala que promuevan el derecho a la ciudad y a las soluciones basadas en la naturaleza, como herramientas importantes para recuperar y fortalecer la conectividad biológica a nivel urbano y periurbano, pero también como aglutinador de nuestro comportamiento en sociedad.

Animamos a revisar la grabación integra de esta quinta sesión en el Canal de Youtube de La Casa Encendida, con la participación de Nerea Morán Alonso, quien es Doctora arquitecta por la UPM y socia de la cooperativa Germinando, y Miguel Aguado Arnáez, divulgador ambiental. Socio Director de B Leaf.

Además, se comparten algunos materiales de consulta ligados a la temática de la sesión:







David Porras Alfaro