Quinta Sesión del Curso
Esta sesión debatió acerca del diagnóstico que hace el Plan sobre el estado de la ciudad existente, así como las distintas acciones que propone para la rehabilitación de las áreas degradadas. Por otra parte, se buscaron alternativas para poner en valor el capital social, económico e histórico del patrimonio edificado existente.
Participaron Carlos Lasheras Merino, Arquitecto, Subdirector General de Ordenación y Patrimonio Protegido del Ayuntamiento de Madrid y María Roces González, activista del movimiento vecinal, representante de la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos de Madrid. Luis Moya González, Arquitecto, Catedrático de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid, moderó la sesión.
¿Cómo afronta el Plan General la recuperación de la ciudad existente?
El moderador inició la sesión con una reflexión acerca de la importancia de recuperar la ciudad como nuestro territorio, el espacio identitario que compartimos los ciudadanos. Abandonar edificios, dejar los barrios a su suerte, son ejemplos de acciones que le hacen bastante daño a la ciudad y que requieren una intervención sistemática.
Como primer punto, a partir de algunos antecedentes históricos, planteó la definición de patrimonio, como todo lo que está construido pero que además contenga otros valores, uno compositivo, un estado físico de conservación suficiente y una habitabilidad (tres elementos vitruvianos). Conservar o no conservar también tiene mucho que ver con la economía, no con la expectativa comercial de lo que puede llegar a ser un solar, sino lo que puede valer o no la reconstrucción de una edificación, si es realmente viable la recuperación.
Como segundo tema, cuando se habla de proteger, de conservar, se está hablando del contenido. Un barrio es lo que es por los vecinos, hacer limpieza de ese contenido es desdecir su identidad.
En tercer lugar, el mantenimiento de las cosas es una cultura muy arraigada en los países del norte. A diferencia de ellos los países mediterráneos se centran en construir, inaugurar y luego, que las cosas se mantengan por si solas.
En Madrid se mantuvo la demolición del patrimonio hasta 1976, cuando se realiza un pre-catálogo realizado por Juan López Jaén. Dicho pre-catálogo se quiso convertir en un Plan denominado el ‘Plan del Madrid Construido’, finalmente no aprobado, sino que se aprueba el ‘Plan de la Villa de Madrid’ que sí reconoce en gran parte los contenidos de este pre-catálogo.
En la ciudad de Madrid se ha hecho muy poca recuperación. Si se ha hecho una gran operación de recuperación tirando barrios estupendos ligados al franquismo. Luego han venido los ARIS bastante descafeinados con lo que tiene que ver con la regeneración integral de un barrio. No es solamente poner ascensores, aislar fachadas y cubrir los tendederos, son mucho más cosas las que deben ser tomadas en consideración.
Carlos Lasheras Merino, centró su presentación en dos aspectos: ¿qué diagnóstico hace el Plan en el documento de preavence sobre la recuperación de la ciudad existente? y un segundo aspecto ligado a las propuestas, en torno a ¿qué tipo de actuaciones o determinaciones se plantean para mejorar su recuperación?
Al hablar de la ciudad existente, no sólo se habla en el Plan de recuperar un espacio determinado, sino que el Plan tiene como objetivo recuperar la totalidad de la ciudad, no solamente un barrio o una urbanización.
Por situar con algunas cifras a la ciudad, Madrid como ciudad compleja cuenta en 2012 con 3.269.830 habitantes (el 50 % de la Comunidad de Madrid); posee además 1.747.397 empleos (el 62 % de la Comunidad de Madrid); un PIB de 122.586 m € (14,7 % del PIB nacional); y 26.852 has de suelo urbano, equivalentes al 44% del término municipal.
El suelo urbano (residencial, industrial o terciario), que ya tiene urbanización terminada o que se está urbanizando y que por lo tanto en un período corto de tiempo estaría en situación de admitir nueva edificación, presenta las siguientes magnitudes:
Por tanto, si miramos la ciudad existente, cabe concluir que Madrid no necesita más suelo para nueva edificación. Esto, hablando de suelo que está ya listo para ser edificado, sin tomar en cuenta otros suelos en proceso de planeamiento o que todavía no han comenzado su transformación física.
Pero, siguiendo con la ciudad existente, otro tipo de usos son los denominados espacios dotacionales y zonas verdes, usos al servicio de las viviendas y espacios de trabajo. Cabe decir que, con carácter general, Madrid cuenta con suficiente suelo para dotaciones. Se debe aclarar que se habla de suelo, no de dotaciones reales.
Los problemas empiezan cuando se estudia el territorio fraccionadamente,
la distribución no es homogénea en Madrid, no es equilibrada ni en usos lucrativos ni dotacionales. A nivel de distrito, al cuantificar los usos en todo el territorio aparecen disparidades importantes, en rojo aparece la proporción residencial, en color naranja la actividad económica inserta en los bajos o primeras plantas de uso residencial, mientras que el morado es actividad económica exclusiva.
En algunos distritos esta distribución de usos no pareciera ser muy sostenible, ya que es muy marcada la especialización residencial o industrial. En los distritos periféricos los desequilibrios son mayores.
Tampoco es homogénea la distribución de zonas verdes por distritos.
El siguiente gráfico permite comparar la distribución de usos y edificabilidades del distrito Centro y Moratalaz. Lo más llamativo es que el espacio libre total en el distrito Centro alcanza el 40%, mientras que en Moratalaz es de 70%, en éste además del suelo libre público hay que incorporar los suelos libres de titularidad incierta, que constituyen los espacios interbloques.
Se ha hecho un sistema de análisis de la ciudad a través de indicadores que, por áreas geográficas diferenciadas, permitan tener una pauta de cómo se comporta la ciudad existente. La ciudad presenta desequilibrios entre el norte y el sur, el exterior de la M-30 o el interior, diferencias que tienen que ver con lo físico y con lo social. En la siguiente imagen se pueden ver las áreas temáticas y las ventajas de contar con este tipo de sistemas.
Como propuestas, desde la óptica de la revisión del PGOU lo que se intenta es crear instrumentos de regulación normativa que puedan facilitar las políticas de regeneración y de intervención de la ciudad existente en el momento en que se quieran poner en marcha.
Desde un punto de vista técnico, al analizar los instrumentos del Plan del 97, se observa que en determinados temas el Plan no resultaba operativo. Además es importante tener en cuenta los límites a los que se ve sometido el Plan; por ejemplo, el marco legislativo español presenta una carácter desarrollista, está más pensado para la nueva ciudad y que para la regeneración de la ciudad existente, no vincula inversiones públicas a la planificación general, además la inversión privada tampoco está programada y finalmente el objetivo básico del Plan General se termina centrando en la regulación de usos y la edificabilidad.
El modelo del plan general que se aborda desde el equipo redactor, avalado políticamente, es hacer un plan con carácter estructurante. El Ayuntamiento de Madrid desea adquirir el máximo control de competencias que le permita la legislación urbanística, sin caer en un plan determinista y controlador, sino más bien flexible ante situaciones diversas.
Para la ciudad existente, se está abordando como uno de los problemas básicos, la creación de un sistema de implantación de usos y utilización de instrumentos que permitan la intervención en áreas de vulnerabilidad urbana, para poder proceder a su renovación y también crear instrumentos normativos que faciliten la habitabilidad del patrimonio edificado.
Respecto al sistema de regulación de usos, se intenta crear documentación con información actualizada de cómo funciona la ciudad. Se delimitan áreas funcionales que presentan una determinada mezcla de usos con distintos umbrales y gradientes de porcentajes. Lo que se busca como un objetivo general es la mezcla de usos con unos máximos y unos mínimos. En cada zona se crean objetivos en donde las situaciones sociales y de mercado posibiliten el que se den estos cambios. El plan no puede obligar a que las cosas sucedan, pero si intentar inducir hacia determinados cambios.
Respecto a la generación de instrumentos en áreas vulnerables, el Plan desarrolla una serie de indicadores que van a permitir determinar donde están esas áreas para poder intervenir sobre ellas, pero está claro que para ello serán necesarios presupuestos con los que sustentar las actuaciones.
La idea es crear Planes Integrales de Renovación Urbana, sin delimitar un área específica, son ámbitos residenciales de vulnerabilidad o ámbitos de actividad económica obsoleta. Como son integrales se debe actuar sobre la edificación, el espacio público y las condiciones socioeconómicas, con participación ciudadana y desarrollados mediante planes de iniciativa pública. Tienen que ser ámbitos en los que sea posible incorporar incrementos de edificabilidad y cambios de uso que permitan mejorar la sostenibilidad económica de la intervención y con posibilidad de definir su gestión.
Otro elemento del que adolecía el Plan de 97, es el concepto de infravivienda y edificio inadecuado al uso residencial.
Finalmente, el otro problema básico a abordar desde el avance del PGOU es la incorporación de una posibilidad de adecuar el patrimonio actual protegido y no protegido, histórico y no histórico a los requerimientos actuales básicos de accesibilidad, seguridad, habitabilidad, funcionalidad y sostenibilidad. Esto se tiene que traducir en que la incorporación de estos elementos vaya acompañada de una normativa que facilite el uso de los edificios.
María Roses González, comienza señalando que las Asociaciones de Vecinos aplauden muchas de las iniciativas planteadas en los documentos de diagnóstico de la Revisión del PGOU, ya que muchas de sus alegaciones al Plan del 97 son recogidas en estos nuevos documentos.
Es necesario continuar la batalla de la recuperación y remodelación de barrios, aunque se haya estigmatizado el concepto por significar intervención pública y una importante participación ciudadana.
Cuando se abandonan las políticas públicas de vivienda, las Asociaciones de Vecinos de la ciudad de Madrid se insertan en un programa de cooperativismo de Vivienda Protegida.
Coincidiendo con el Plan del 97, se desarrolló un proceso de declaración sistemática de ruinas, y hubo que montar comisiones que luchan contra esas declaraciones.
El Plan del 97 plantea un crecimiento al límite de la capacidad y en el 98 la Ley del Suelo intenta colonizar absolutamente todo el territorio, por ello las asociaciones siguen luchando en defensa de la ciudad existente y los barrios populares (cuna del asociacionismo popular). El ‘Plan Villa de Madrid’ hace que se consigan las primeras delimitaciones de áreas de rehabilitación, aunque sin una programación temporal ni económica.
Aunque en ese momento está en boga los crecimientos desmesurados, con los PAU’s, en los Planes Estatales de Vivienda y en el Primer Plan Regional se consiguieron algunas pocas áreas de rehabilitación, lo que generó ayudas a las comunidades de vecinos para la regeneración privada en algunos barrios. Las Asociaciones de Vecinos han intentado defender los barrios, pero sobre todo buscar ayudas para su rehabilitación, ya que no han existido planes dirigidos exclusivamente a este tema.
El problema de la planificación no está en las elaboraciones técnicas sino en las posteriores decisiones y políticas; del mismo Ayuntamiento, de la Comunidad de Madrid o del Ministerio de Fomento, que en la mayoría de los casos desoyen las propuestas de los técnicos.
Respecto a las áreas de rehabilitación, a la pregunta ¿Qué propone el Plan para la rehabilitación de las áreas degradadas? Desde el 2003 al 2011 hay un impulso en la ciudad de Madrid con 15.000 viviendas rehabilitadas, con ejemplos en el Centro Histórico y barrios periféricos como La Elipa, San Cristóbal de los Ángeles o Ciudad de los Ángeles. Pero no fue el planeamiento el que delimitó estas áreas, eso si, en su financiación participaron las tres administraciones.
En enero del 2011, 30 asociaciones de vecinos de la ciudad de Madrid estaban impulsando 35 áreas o zonas de rehabilitación, con 68.000 actuaciones compartidas por las tres administraciones, el caso de Lavapiés es emblemático con unas 7.000 viviendas rehabilitadas. Sin embargo, al día de hoy la situación es dramática, sólo quedan 5 asociaciones de vecinos y los objetivos son unas 1.400 viviendas. La Comunidad de Madrid se ha dedicado a liquidar las actuaciones en las áreas de rehabilitación al dejarlas sin presupuesto, bases reguladoras y facilidades informáticas para su desarrollo. El Ayuntamiento de Madrid tampoco tiene ayudas en este momento para la rehabilitación.
El problema desde los barrios, son las políticas desde las tres administraciones que se encargan de desmantelar toda la experiencia acumulada hasta ahora. El nuevo Plan Estatal 2013–2016 es un plan sin dinero por lo que el panorama se ve bastante negro en el futuro.
El detalle de las propuestas ha sido entregado recientemente por la FRAVM al Ayuntamiento. Respecto a la propuesta global lo que se busca es que haya un plan de rehabilitación de la ciudad de Madrid dentro de la Revisión, para terminar las áreas que están inacabadas y desde luego el Centro Histórico. Además de eliminar algunas zonas de infravivienda en Lavapiés y Tetuán. Se coincide con los planteamientos actuales de la revisión del PGOU, pero el principal problema son las políticas de financiación.
DEBATE CON EL PÚBLICO ASISTENTE
Luis Moya (moderador): reflexionó sobre algunas de las ideas ya expresadas. Destacó la idea de ‘plan estructurante’, con el fin de crear una estructura sobre la que desarrollar planes más específicos. Otra idea a destacar es la importancia que se le da a la mezcla de usos, evitando con ello ciudades inhóspitas. También se pregunta ¿hasta qué punto protegemos? ¿se logra hacer más habitables los edificios, las plazas? ¿Se pueden establecer comisiones de seguimiento de recuperación como las que existen actualmente en Holanda?
Respecto a las intervenciones de María Roces, subrayó lo dicho sobre Lavapiés, como una experiencia en donde confluyó la participación de las tres administraciones, con los vecinos detrás. Además realizó algunas preguntas para los ponentes:
¿Cómo un plan, que desde el punto de vista técnico pareciera intachable, va a realizar su gestión?
¿Qué expectativas hay de que la Comisión de Patrimonio pudiera ser una única oficina para la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento? ya que también se debe tener una visión territorial para patrimonio, como en muchos otros temas mencionados en las anteriores sesiones.
En el caso de las asociaciones de vecinos, la principal cuestión es la crisis, pero ¿se están pensando en acciones de autogestión desde las asociaciones para integrarse a los programas de rehabilitación? Desde los años 40, se ha dado una perversión al pensar los bienes inmuebles como un negocio, pero ¿se pueden montar desde las asociaciones de vecinos sociedades sin afán de lucro?
María Roces: Sobre la gestión y las competencias urbanísticas, la modificación de la Ley de Bases de Régimen Local va a ser un problema para gestionar el plan en materia de rehabilitación. Madrid tiene una buena experiencia con la Empresa Pública de la Vivienda, pero esta institución está amenazada de muerte, tanto por la mala situación económica del Ayuntamiento como por la pérdida de competencias. La gestión del Plan no la va a realizar la Dirección General del Plan General de Madrid, ésta simplemente interpretará y dará la norma, pero posteriormente esta pérdida de competencias va a ser un problema.
Durante la elaboración del Plan las asociaciones de vecinos están participando en todas las mesas, en el Plan anterior no hubo participación
¿Cómo se participa después del Plan? Hemos participado con el Ayuntamiento y la Empresa Municipal de la Vivienda y Suelo, con los instrumentos de gestión en la rehabilitación de los barrios, además hemos trabajado en temas como el equilibrio territorial. Nosotros creemos en la ciudad compacta, por ello nos parece una barbaridad la eliminación del suelo industrial en el centro (zonas como Villaverde y Méndez Álvaro) que ahora estamos pagando, hecho que ya ha reconocido la evaluación el Plan del 97 como un error debido a que supuso una enorme recalificación a suelo residencial.
Las Asociaciones de Vecinos hicimos unos planes para conseguir dotaciones para distritos periféricos. En el caso los PAUS, además de tener serias deficiencias en el diseño, el principal problema es la ausencia de equipamientos, por eso peleamos por la dotaciones que en el Plan Parcial aparecen pintadas, pero que en la realidad no existen. También ocurre que los Planes Parciales sufren modificaciones y que los estándares del planeamiento desaparecen.
Si hay una administración que da oportunidad de participación, entonces lo hacemos, en este Plan estamos participando desde la Comisión de Urbanismo, alegando y luchando por los intereses comunes, como por ejemplo el polideportivo de la Cebada. El problema es cuando no se permite participar. Las AAVV hicimos unas cooperativas autogestionarias porque había concursos de suelo, teníamos la demanda estructurada y con el apoyo vecinal logramos hacer las viviendas más baratas de Madrid. Pero luego los concursos de suelo desaparecieron y fueron otros agentes los que tomaron partida de ello.
Como asociación, al igual que muchos otros movimientos sociales que trabajan activamente en Madrid, tenemos la mejor disposición de colaborar en la cogestión de muchos proyectos, pero es necesario abrir los cauces. En nuestra participación en el Plan aportamos, alegamos y hacemos propuestas.
Carlos Lasheras: Respecto a la participación y los modelos más anglosajones en el norte de Europa, considero que la participación no se gana por decreto, es decir el PGOU difícilmente sería el instrumento donde se pueda formalizar esto. Hay cogestión y participación, no obstante dado el régimen que tenemos, las decisiones al final son tomadas por el Pleno Municipal y el equipo del gobierno municipal, ambos entes autónomos. En otros países, puede que la participación tenga mucho más peso histórica y jurídicamente en la toma de decisiones, pero creo que en este sentido una transformación de los instrumentos con que contamos escapa a las posibilidades del Plan.
Jorge Martín: A propósito de los indicadores, me parece que es un inicio interesante de cambio de postura a la hora de regular, dejando de lado la estaticidad de los planes y permitiendo que se vayan adaptando al tiempo.
No obstante, considero que tiene un problema de fondo pues se presenta como una postura objetiva de análisis de la realidad pero puede leerse en el futuro, por parte de los gobiernos desde una ideología política. Por ejemplo el hecho de decidir que la compacidad es positiva o negativa es una decisión ideológica, pues se dan niveles o valores que son buenos o malos.
Las preguntas que deseo plantear son: ¿cómo se han tomado las decisiones de si esos indicadores son buenos o malos?, ¿cuentan estos indicadores con una ideología política o podría a posteriori interpretarse por gobiernos futuros de diferentes manera?, ¿en qué medida se cruzan los indicadores para llevar a visiones más complejas de la realidad urbana?, ¿podría puntualizar en la forma en que se evalúan o diagnostican las dotaciones?
Respecto a la evaluación de dotaciones se ha dicho que estas se evalúan en m2/ habitantes. Considero que ante esto vale la pena una vuelta de tuerca, porque por ejemplo no es lo mismo 1 m2 de polideportivo que 1m2 de centro social, por tanto, se deberían analizar por nivel de actividad que presta o nivel de dotación real que presta al ciudadano más que por m2, y eso ligado a un análisis socioeconómico que pueda derivarse de los indicadores.
Carlos Lasheras: sobre los indicares, todo sistema implica una ideología en alguna medida, no obstante los indicadores en sí son datos objetivos, otra cosa es cómo se utilizan. Los indicadores constituyen un instrumento que puede incorporar elementos que permitan elaborar estrategias con un conocimiento de causa más profundo, que la mera intuición o la decisión discrecional.
En cuanto al análisis dotacional, es cierto que en el plan está referido a suelo y metros cuadrados, no obstante en el Diagnostico también se habla de la calidad y la cualidad. Lo cierto es que lo básico de este Plan y su competencia neta son la regulación del suelo y la intensidad edificatoria. Es cierto que un estándar de suelo no significa más que un dato, además no necesariamente está vinculada con una mayor o menor trascendencia de las dotaciones, o con la existencia de la instalación y el servicio. Desde el punto de vista urbanístico, la necesidad de una dotación es el suelo la materia prima, aunque eso claramente no resuelve el problema.
Con el instrumento que estamos elaborando, no se acaba la construcción de la ciudad sino que en todo caso comienzan muy incipientemente algunos cambios, quedarán pendientes cosas mucho más importantes que las determinaciones del Plan General.
José María de la Riva: El diagnóstico mostrado es tremendamente preciso y es de agradecer que este trabajo sea sincero en detectar los problemas encontrados derivados del Plan General del 97.
Hay una parte, que considero complicada, y que va más allá de las posibilidades inmediatas, pero que creo que debe dársele cobertura. Estamos hablando de rehabilitación, de recuperar espacios deteriorados, por lo cual mi cuestionamiento pueda ser contradictorio, no obstante quisiera saber ¿cómo vamos a recuperar los espacios descompensados que tiene el Plan General a partir de las propuestas de los PAUS del 97?, ¿cómo va a resolver esta situación la revisión del Plan General?
Estos espacios descompensados constituyen una parte de la ciudad que no tiene posibilidad de compatibilizarse con el entorno ni con el conjunto de los parámetros que se determinan para el resto de la ciudad. Por tanto, si bien no es una estrategia encaminada a la rehabilitación, el Plan General debe resolver cómo compensar estos espacios que han quedado fuera del conjunto de la ciudad.
Carlos Lasheras: Respecto a la ciudad consolidada reciente y los PAUS, si bien coincido con que el producto espacial creado es deficiente, son ámbitos muy recientemente urbanizados y hasta que sea razonablemente revisar esa urbanización van a pasar años, pues es ilógico hacer alteraciones en estas zonas donde se han hecho altas inversiones económicas que apenas y se han estrenado. Deberá ser un tema que probablemente sea abordado por los próximos Planes Generales. Este Plan General se centra en resolver los problemas de la ciudad existente.
Carlos Fernández Salgado: Se agradece la exposición exhaustiva cuantitiva, tal vez han quedado datos sueltos, pero se entiende que se ha querido diagnosticar que hay una sobredotación de suelo para equipamientos y zonas verdes que permite un aumento de densidad, sobre todo en la periferia.
Si vemos cómo son las piezas de Madrid, hay un gran peso de periferia en bloque abierto, lo más actual de 3 y 5 pisos, en los cuales se intuye que se permitiría un aumento de densidad, en la propuesta de que el suelo debe tender a la complejidad funcional, frente a una visión más morfologista del Plan del 97.
Mis preguntas son: ¿no ve un problema con el actual marco regulador, la ley estatal, en las demás actuaciones de dotaciones, al respecto de que los aumentos de aprovechamiento están pensados que deben producir más presiones todavía? Por otra parte, no hay una estrategia clara para aumentar densidad, esto tiene que ver con la pregunta anterior en cuanto a la periferia reciente, entonces ¿cuál es la estrategia ahí, aumento de densidad?, ¿no se podría tratar esos aumentos de densidad con una des-densificación del centro?, aunque es claro que las operaciones asociadas siempre son complejas.
Carlos Lasheras: Respecto al bloque abierto y la posibilidad de densificar, no se puede generalizar pero creo que si es posible en áreas de bloques abiertos, siempre y cuando esto signifique una mejora de esas áreas urbanas. Hay zonas de bloque abierto, que funcionan perfectamente, especialmente cuando hay presupuesto para su mantenimiento, pero hay otras donde la situación es totalmente opuesta, pues son zonas que no pueden mantener ni los vecinos ni el Ayuntamiento. En estos casos hay que buscar un acuerdo que posibilite que estos espacios se adecuen.
En un punto de vista abstracto, hay zonas donde las densidades adolecen de problema, esto se da mucho más en la ciudad de bloque abierto que en la ciudad histórica. Dentro de la ciudad histórica, hay áreas que están sobredensificadas y lo que hay que hacer es bajar esta presión. Sin embargo es mucho más difícil bajar la densidad que incrementarla, pues en muchos casos (pondría como ejemplo Lavapiés) implicaría una solución socialmente inabordable e incluso inaceptable. Lamentablemente, cuando se producen ciertos errores en la ciudad es difícil revertirlos.
María Roces: En relación con la densidad, quitar densidad es complicado. Pienso por ejemplo en Lavapiés cuando se trató de eliminar infraviviendas en los edificios, eliminando en algunos casos 20 de las 40 viviendas que existía, pero tratando de mantener la edificabilidad conjunta de la manzana. Ninguno de experimentos realizado que contaban con apoyo del sector privado y ayudas a la rehabilitación funcionaron. Sólo ha funcionado la des-densificación cuando el problema lo abordó la Empresa Pública de la Vivienda.
Entre los principales problemas que enfrenta este tipo de acciones es dónde se va a realojar a las personas. Se exige al Ayuntamiento una respuesta clara y efectiva, pues debe evitarse dejar desprotegidos a los vecinos.
Otro ejemplo: en San Cristóbal de los Ángeles se realizaron realojos en edificaciones con condiciones inadecuadas, lo que provocó una serie conflictos, con alegaciones y actuaciones por parte de las asociaciones de vecinos.
Gestionar este tipo de proyectos, por más participación que haya, resulta complicado y eso se demuestra en los casos comentados. El problema es que desde el Ayuntamiento, no se dan las opciones para el realojo previo, Sacar primero a los vecinos les produce la sensación de que Ayuntamiento los despoja de sus viviendas.
Fermín Álvarez Errondosoro: Respecto al plan que se está modificando, las ideas que se han planteado suenan bien pero hay que verlos en un programa integrador que resuelva los asuntos de financiación pública o privada.
¿Qué significan realmente los planes integrados? La participación es clave, aunque es este momento la participación en los movimientos es ridícula. Se debe regresar a la participación de la sociedad civil.
En el Plan del 97 se hizo un estudio fabuloso del Centro Histórico, por siete equipos durante más de 2 años, con análisis y propuestas integradas. Sin embargo al pasar a la normativa tanta información se dejaron de lado muchos de los detalles perdiendo su riqueza.
En Lavapiés, es la primera vez que en Madrid se plantea un Plan de Desarrollo Integrado, financiado por Europa, sin embargo al ejecutarlo en las Administraciones se fragmenta su gestión, todo separado. El Plan de Rehabilitación de la Infravivienda, ha contado con la voluntad en algunos momentos, sin embargo ha faltado la concreción de instrumentos como el de expropiación.
Hay mucha práctica, mucha experiencia que aprovechar, pero se debe analizar donde están los fallos ¿en la política?, ¿en la técnica? Se debe recoger lo bueno, para que dentro de unos años no se tenga que empezar de nuevo, desde cero.
Luis Moya: como continuación a las palabras expresadas por Fermín Álvarez, quisiera agregar que los planes europeos de apoyo a los barrios siempre iban acompañados de un programa social de enseñanza, de trabajo. Se concibe que la regeneración de un barrio tiene una parte física y una parte social.
La gestión es otro aspecto importante, se ha hablado de la modificación del Plan del 97 con más de 4.000 modificaciones, lo cual demuestra su fracaso, incluso con cambios como las 4 torres o la M-30. Si no se combinan todas las variables, y el Ayuntamiento está fragmentado, se vuelve imprevisible el futuro del Plan.
Carlos Lasheras: No es imposible hablar de una gestión coordinada, pero estamos hablando de un problema administrativo del Ayuntamiento de Madrid alejado del Plan. Estamos de acuerdo con lo dicho con Fermín, por ello desde el Plan General se intenta generar un instrumento que permita tener esa integralidad, que no sólo toque el tema del ladrillo sino las variables en torno a las personas que viven ahí.
Las operaciones que se pensaron para el Centro Histórico han estado bien planteadas, lo que ha fallado es el planteamiento del escenario presupuestado, por ello desde la revisión del PGOU se promueve el instrumento pero no se definen las áreas físicas donde se va a intervenir.
Jorge Menéndez: En el suelo urbano consolidado ¿cómo se tiene previsto la introducción de los usos distintos al residencial en relación con el sistema de usos admisibles que establece el plan general actual? ¿Se van a aumentar los usos alternativos o los Planes Especiales de Control Urbanístico de Usos? ¿Se va a revisar el Catálogo de Edificios Protegidos reduciéndolo y revisando el concepto de la restauración obligatoria?
Carlos Lasheras: En cuanto a la compatibilidad de usos residenciales, el régimen de usos alternativos del actual plan en realidad va a ser sustituido por esta asignación de usos concretos parcela a parcela de actividad económica o residencial. Luego habrá un régimen de usos compatibles de usos residenciales ampliando lo que tiene el Plan del 97, brindando una ubicación territorial diferenciada.
El catálogo es cierto que se va a revisar, con el objetivo de analizar que lo que está haya sido bien catalogado. El régimen de obra de los edificios protegidos debe permitir hacer mejoras al régimen de habitabilidad de esos edificios.
Javier Esquillón: A mí me parece revelador en que ambos bandos estén de acuerdo en casi todo, se puede pensar que lo que hay es bueno, pero me parece que se nos están escapando algunas cosas. Se escapa la dimensión global, no se explica ese Madrid como ciudad global. El gran reto es conectar lo global con lo local. El reto sería coordinar los indicadores locales a escala global para tener una coherencia en la forma de abordar la planificación es cómo podríamos tener más respuestas.
Carlos Lasheras: Los indicadores permitirán ser testigo de lo que está pasando realmente. Madrid es una ciudad con un gran potencial económico que necesita tener una visión de lo que pasa a nivel general pero también a nivel sectorial.
María Roces: En este momento no hay “dos bandos”, se está hablando de conceptos y literatura, es cuando se toman las decisiones políticas cuando entra en problemas la rehabilitación y surgen los conflictos.