BOBO (Contracción de las palabras francesas bourgeoisey bohème)
¿UN NUEVO PARADIGMAPARA LAS CIUDADES?
Es posible que estemos presenciando, sin percibirlo con claridad, un cambio de modelo en las ciudades. Asistimos diariamente a críticas sobre los esquemas tradicionales con los que se han desarrollado. Ponemos “patas arriba” todo lo que hasta aquí creíamos avances en el uso de la ciudad, elementos que pensamos que nos dan más comodidad, que nos sitúan en lo que, como se ha puesto de moda, llaman “entorno de confort”.
“ULTRAMARINOS” Y “CARRUAJES”
Hay apuestas decididas que nos llevan a unas nuevas formas de usar la ciudad. Los nuevos modelos de distribución, viendo como han desaparecido los “ultramarinos” y han aparecido grandes superficies, nos llevan a pensar en la necesidad de recuperar el comercio de proximidad. Debates y conflictos intensos en el modelo de transporte, donde hemos pasado, no hace tanto, del carruaje con tiro de sangre al motor de explosión y ahora al “smartcar”. Posiblemente la polémica entre el uso del taxi o los VTC esté encubriendo un cambio más profundo. En España tenemos 66.000 licencias de taxi y 13.431 de VTC, según el Ministerio de Fomento, pero prácticamente hay un mínimo de un automóvil por familia. Encontramos nuevos elementos de competencia y uso de la movilidad de las personas, en conflicto con la moto y coche tradicional, como son los patinetes y bicicletas eléctricas.
Durante mucho tiempo, especialmente para los jóvenes, el coche y la moto en propiedad era un signo de capacidad económica, al tiempo que un elemento de libertad. Esto ya no es tan evidente, pues la aparición del “sharing” (moto y coche) en las grandes ciudades, que no en los ámbitos rurales, hace que se debilite ese fenómeno. Por poner alguna cifra, en Madrid y Barcelona hay 7.000 motos de compañías de “motosharing”. Es de gran importancia en las pautas de consumo el desarrollo de internet y la aparición de nuevos servicios.
Una tercera parte del consumo energético en las grandes ciudades es debido al transporte, en estos momentos, pero si lo proyectamos, en las mismas condiciones, hasta el año 2030, podría alcanzar el 50%. Ya hay soluciones que están empezando a funcionar y que van a suponer no sólo ahorro de energía, autobuses, vehículos sobre raíles (trenes, cercanías, tranvías), coches compartidos y sin conductor, sino que a corto plazo empezaremos a tener espacio “liberado” por el automóvil, para el que debemos ir pensando en nuevos usos. China, de quien todos pensamos que es uno de los territorios donde más se contamina, tiene ya un parque de autobuses eléctricos del 20% y la ciudad de Pekín quiere alcanzar el 80% el próximo año 2020.
DEL “CARDO” Y EL “DECUMANO” A LAS SOCIMI
En los últimos decenios nos hemos “convencido” de que hemos estado instalados en la compra de vivienda para alojamiento, cuando la realidad es que se trata de un fenómeno ligado al despegue industrial de los años 60 del pasado siglo, como consecuencia de las políticas de vivienda de la dictadura.
Uno de los nuevos fenómenos o procesos que han irrumpido con fuerza en las grandes ciudades es la “turistificación”, fenómeno complejo y con diversas caras en su realidad cotidiana, pues es una mezcla de nuevo modelo de consumo turístico, ligado a elementos de consumo de servicios de la ciudad, sin el retorno esperado, así como a un nuevo escenario de inversión que, aparentemente, no genera beneficios evidentes para la ciudad, sino todo lo contrario.
Esto nos lleva a analizar cómo opera la industria constructiva en las ciudades. Observamos que la misma, lejos de resolver el problema del alojamiento, cada vez que se vincula más a una estructura de inversión, pues la decisión en este marco se hace evidente, dado que la actividad bancaria ofrece por un depósito a plazo tan sólo el 0,1% de interés. El Banco de España dice que la rentabilidad bruta del alquiler es del 4%, que sumado a la revalorización y restando los gastos que no repercuten en los inquilinos, nos encontramos con un beneficio neto de entre el 2% y 2,5%. El diferencial sobre lo ofrecido por las entidades financieras es abismal. UDA (Urban Data Analytics) sitúa la rentabilidad en el 8% para el año 2018, aunque Colonial y Merlin se acercan más a lo afirmado por el Banco de España, con rentabilidades que van del 2,5% al 4,5%.
Es evidente que la opción mayoritaria pasa a ser la adquisición de viviendas para alquilar, que se concentra en cuatro millones de ahorradores, e incluso en las SOCIMI que van consiguiendo suficiente confianza en el mercado de inversión.
DE LA VELA AL LED
A finales del siglo XIX, las ciudades incorporan una de las transformaciones más evidentes: la electricidad. El gran negocio de las industrias de energía se centra de forma muy importante en las ciudades. Este proceso de consumo energético, sin límite, ha desencadenado uno de los problemas de contaminación más serios para las ciudades y para el mundo en general.
A estas alturas la mayoría de las grandes ciudades, especialmente, trabajan denodadamente por conseguir tener una energía limpia, pues ya son conscientes de su gran responsabilidad en el cambio climático. Hay multitud de agentes pensando cómo resolver uno de los problemas más complejos que hoy tienen los grandes conglomerados urbanos.
La Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), plantea que hay que, prácticamente, “resetear” todo el sistema energético. La Agencia Internacional de la Energía (AIE), dice algo que se viene planteando desde hace muchos años, que conviene que el sistema de producción de la energía se integre donde se consume.
Espacios aparentemente alejados de nuestra percepción modernizadora como la población de Diu (India), se está abasteciendo totalmente con energía solar. Aunque según IRENA no es sólo producir energía más limpia, se trata, fundamentalmente, de consumir menos cantidad, que supone el mejor ahorro.
Recientemente la legislación europea intenta incorporar una figura muy significativa en el cambio de modelo energético: el prosumidor (productor/consumidor). Una figura que puede significar un cambio vital para el cambio de modelo ciudadano, pues en 2018 el autoconsumo supuso el 90% de los nuevos 261’7MW de energía solar fotovoltaica, lo que significa un crecimiento del 94% sobre 2017, según informa UNEF (Unión Española Fotovoltaica).
HACIA UNA NUEVA RENOVACIÓN DEL USO Y DESARROLLO DE LAS CIUDADES
Finalmente conviene analizar todo este conjunto de elementos que cambian los parámetros con los que desde hace siglos se vienen desarrollando las ciudades. Muchas veces los debates los “oscurecemos” buscando “atajos” con los que dar soluciones más aparentes que de fondo.
¿Nos encontramos ante nuevos conceptos o nuevos fenómenos, nueva terminología o nuevos procesos? Gentrificación y turistificación, han irrumpido como dos nuevos grandes problemas en las ciudades, especialmente las de gran tamaño. Pero, ¿son realmente estos problemas concretos o, evidentemente, como decíamos al inicio, se trata de un nuevo cambio de paradigma? Ya empieza a haber literatura abundante sobre estos fenómenos, pero lo que es más evidente es que la estructura de la gentrificación está dominada por lo que pudiera ser una “nueva clase” dominante, que está sustituyendo a la tradicional clase media, que reside en las grandes ciudades, en espacios gentrificados y que políticamente tiene ideologías liberales o progresistas. Lo que pone de manifiesto el avance del neoliberalismo y, sobre todo, se posicionan económicamente en las lógicas del mercado.
El dominio de la gentrificación hace que sus titulares se comporten como lo han hecho tradicionalmente los más poderosos, las élites y por tanto aquellos que trabajan para las mismas, pero que quieren políticamente distanciarse, aunque su comportamiento sea muy parecido.
Uno de los elementos que se percibe en esta “nueva clase” es su incorporación en el modelo dominante. La gentrificación hace que se produzcan similitudes entre los protagonistas de estas nuevas posiciones en las grandes ciudades, que nada tienen que ver con habitantes con capacidad económica similar en los espacios rurales.
El geógrafo francés Guilluy, en su ensayo “El fin de la clase media occidental” plantea que la clase media va siendo cada vez más frágil por la mundialización. Nos encontramos pues con una consecuencia de gran importancia, la sustitución de muchos elementos y protagonistas en el desarrollo de nuestras ciudades. No conviene seguir “oscureciendo” el debate con términos y conceptos, porque el problema tiene mucho más calado.
José María de la Riva